Por las mañanas
el rocío de las flores
se mezclan con su néctar.
La lengua temblorosa
explora el interior,
los secretos prohibidos
de la flor embrujada,
por la magia del día,
por la luz de la Luna.
Suaves deleites
embriagan el paladar
de los sentidos despiertos
de aquel que explora,
sin miedo ni temor,
con astucia y alegría,
los misterios de la vida,
el final de la muerte...
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